Estados Unidos deportó a El Salvador a diez personas más acusadas de pertenecer a las pandillas MS-13 y Tren de Aragua, según informó el secretario de Estado, Marco Rubio, a través de redes sociales este domingo. El anuncio se dio a conocer un día antes de la reunión programada entre el expresidente Donald Trump y el mandatario salvadoreño Nayib Bukele en la Casa Blanca.

Rubio afirmó que los deportados forman parte de organizaciones consideradas terroristas por el gobierno estadounidense, en el marco de una estrategia que ha intensificado la cooperación en materia de seguridad entre ambos países. Esta acción se suma a una serie de medidas impulsadas por la administración Trump, que ha defendido una política migratoria estricta basada en la expulsión de personas señaladas como amenazas a la seguridad nacional.

Trump, quien ha elogiado públicamente a Bukele por sus políticas de seguridad, ha reiterado su compromiso de “remover a los enemigos extranjeros” del país, refiriéndose a los migrantes presuntamente vinculados con pandillas. La Casa Blanca ha respaldado su enfoque con base en la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, bajo la cual se han deportado a cientos de venezolanos a instalaciones penitenciarias en El Salvador.

No obstante, estas deportaciones han generado controversia. Familiares y abogados de los migrantes afirman que muchos de ellos no tienen vínculos con organizaciones criminales y que fueron deportados sin la oportunidad de presentar pruebas o defenderse ante un tribunal. El proceso ha sido cuestionado por organismos de derechos humanos y enfrenta impugnaciones en cortes federales.

La reunión entre Trump y Bukele podría reforzar aún más los lazos en materia de seguridad regional, en medio de un contexto de creciente escrutinio sobre las prácticas migratorias de Estados Unidos.